Caballo blanco
Novia de lecheRey de tu vientre
Mariposa
Tengo en el pecho una jaula
Otoño
Vieja dama
Semáforo
Almohada
Algunos cantautores pueden contar en su anecdotario personal que han conocido a fulanito o a menganito, o que han cantado cumpleaños feliz a zutanito; sin embargo, pocos pueden presumir de haber compartido escena con el mismísimo George Brassens (en 1973), padre de la canción de autor moderna. Bien, pues Amancio Prada pertenece a esos pocos privilegiados.
Este dato por sí solo ya nos da una idea de la calidad del personaje del que estamos hablando. Así lo han visto aquellos que han reconocido en su obra un gran talento y un perfeccionamiento sin igual, y le han otorgado, consecuentemente, meritorios premios y reconocimientos a lo largo de su ya lata carrera.
No obstante, como aquí de lo que se trata es de comentar discos, no vamos a enumerar sus merecimientos. Y por lo tanto, voy a comentar un disco con el que me he tropezado casi por casualidad hace escasamente una semana, aunque fue editado en 1988. Este disco tiene la peculiaridad de que no hinca sus puntales en textos de poetas clásicos como ya hiciera antaño Amancio con San Juan de la Cruz, Federico García Lorca o Rosalía de Castro; sino que nace como resultado de una feraz colaboración con el conocido escritor y columnista de diarios y revistas Manuel Vicent.
Según tengo entendido, las letras tienen su origen –precisamente- en columnas escritas y publicadas en un periódico con anterioridad, y son elaboradas por ambos, cantautor y escritor, para convertirlas en canciones. Lo que en principio puede parecer una tarea singular y un punto ímproba, pues sorprendentemente arroja como resultado unas canciones espléndidas, tinturadas de una melancólica poesía urbana que la meliflua y saudadosa, valga la palabra, voz de Amancio no hace sino acentuar. Y menciono esto porque la gran protagonista de la grabación es la ciudad, no importa en realidad cual, vista con los ojos de quien la conoce bien y la ama, así como ama a los distintos personajes, de muy diferente pelaje, que la habitan y le dan razón de ser en suma. Tema este, perfectamente amalgamado y trabado con una música siempre elegantísima y suavemente pop; ornada con dulces guitarras y suaves percusiones por encima de las cuales reina una voz contenida pero extraordinaria: la siempre prudente y tierna voz de Amancio.
Curiosamente el disco se llevó al directo por parte de los dos autores, escritor y cantautor, en la Universidad de Málaga, combinando la lectura de los textos originales con la interpretación de las canciones en que se convirtieron. Una propuesta muy particular, muy especial sin duda, y a la que lamento no poder haber asistido.
Esta vez no quiero comentar las canciones porque tras escuchar repetidas veces el disco (cd) he llegado a la conclusión de que es mucho mejor ir descubriendo las delicias musicales que oculta lo más libre de juicios o prejuicios posible, de la manera más inmaculada posible. Y vale. Que suene la música...
abuineitor
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