viernes, 21 de marzo de 2008

Andrés Sudón-Brujo




En esta sociedad enferma por el culto al éxito y al fracaso; al dinero y a la fama; al poder y al lujo; en este mundo ahíto de vulgaridad y empapuzado de cretinidad con irrespirables aires de señorío, digo, es de agradecer que de vez en cuando alguien se atreva a ser fiel a sí mismo y a jugar en el lado más colmado de penumbras y arriesgado del arte. En este sentido, esta es una de esas obras de rara belleza e intrincada asimilación, pero también indispensable manual para supervivientes de lo mediocre que nos rodea.

Meter una maceta en un cajón
es como hablar de la muerte despacio,
es mirar a la diestra contento,
sin tiento,
es amor destetado,
¿Qué lado no quiero si mañana la estiro?
¿A qué querer miro si muero?
Ya que espero callado lo hallado es cambiante,
lo poco gigante
y sudo natillas.
Y adiós al cemento del aire
que sólo me quiero vivir
para hacer requesón con la leche cortada,
para verme el risoreo desnudo,
para ir a aburrirme en El Viejo,
para dar la propina al Diablo,
para entrar en el interactivo parloteo infinitivo
que a ratos me gusta soltar,
para ser la cuestión o no ser,
para hablar de las viejas mentiras,
para hacerme un abanico con las tiras del
vestido que te sobra,
para ser una zorra buscando gallinas,
para curarme las anginas,
para echarte de menos -cabrona-,
para hacer alguna broma,
para, por, según, sin, sobre, tras,
la vida que has dejado se va...
Ah, Mariposa Gutural.
Ah, Mariposa Gutural.
A la hora de la lluvia somos uno,
somos sombra,
no se asombra si se asoma a lloverse mi nariz
(el patio de mi casa es recticular y como siga lloviendo se va a resquebrajar)
¿Qué lado no quiero si mañana la estiro?
¿A qué querer miro si muero?
Ya que espero callado lo hallado es cambiante,
lo poco gigante
y sudo natillas.

La primera vez que escuché hablar de Andrés fue en labios de Hilario Camacho quién me lo recomendaba cariñosa y encarecidamente como uno de los jóvenes cantautores más interesantes. Para quién no le conozca hay que decir que pese a su juventud, el salmantino Andrés Sudón lleva ya unos cuantos años actuando por toda España y grabando canciones en diferentes proyectos, sean estos discos o maquetas o bien discos comunitarios; por ejemplo, Andrés participó en la segunda entrega del mítico disco de Cantautores II, La Nueva Generación con la canción "Esternón" en 1998.

El disco que comento –Brujo- fue su segundo disco puesto que anteriormente había grabado otro titulado "Imaginación". A diferencia del primero que se grabó solamente con guitarra y voz y en una sola tarde (eso es eficacia) este segundo se hizo en algo más de tiempo –7 meses- y además contando con la colaboración de muchos músicos, y entre ellos, por supuesto, se encuentra su compañero de tantos conciertos y amigo Oscar J. Martín, siempre compenetradísimo su violonchelo con la voz y guitarra de Andrés y ayudando también en la dirección del proyecto.

1.- Viernes y medio
2.- Como beso a quemarropa
3.- Probemos en el mar
4.- El número tres
5.- Cantar de brujo
6.- Imaginación
7.- Alma azul
8.- Tengo aquello que nadie puede tocar
9.- Mariposa gutural
10.- De Otoño

Tratar de explicar el por qué de estas canciones sería como tratar de recoger agua con una cesta o como tratar de explanarse con lo que sucedió antes del segundo generador que precedió al nacimiento del universo. Me limitaré a citar las que más me gustan: como "El número tres" dulce tonada con la colaboración de otro genuino francotirador como es Carlos Chaouen; "Cantar de brujo" con aires árabes y programaciones y un metrónomo inquietante; "Imaginación" un milagro de sencillos versos y melancolías y percusiones con carácter; y por supuesto "Mariposa gutural" de la que arriba transcribí la letra entera, que ya el título lo dice todo, la cosificación más absoluta de la imposibilidad más exquisita hecha posibilidad sensitiva, vamos, que para mi roza lo increíble en el submundo cancioneril dicho sea lisa y llanamente. Y en el último tema, como guinda, recita un poema el poeta Antonio Colinas.

Antes de despedirme de este viaje musical me gustaría recalcar, por si no ha quedado claro todavía, que para mí, Andrés es uno de esos cantautores, como Pablo Guerrero, por poner el mejor ejemplo, en los que la poesía y la calidad de las letras resultan tan abrumadoras, que, a veces, uno pone en duda que lo que estemos escuchando sean canciones y no poemas musicados. Disfrútenlo.

abuineitor

domingo, 2 de marzo de 2008

Luis Eduardo Aute-Rito

Antes de comenzar a escribir sobre este disco, quiero hacer una aclaración, para que nadie se pueda llevar a engaño, comentando discos de Luis Eduardo Aute yo no soy objetivo. Todos los autores que a lo largo de los años me han gustado, me han influenciado en mayor o menor medida, tanto humanamente como en mi faceta de músico, pero estoy totalmente seguro que yo no entendería la música de la misma manera que la entiendo de no haber existido Aute.

No me quiero extender en detalles biográficos, ya que hay muchas y muy buenas biografías publicadas en Internet, pero a modo de anécdota podemos decir que Luis Eduardo llegó de forma casual al mundo de la música, ya que lo suyo era la pintura. Hasta ese momento, sus canciones o cantadas por otros o por él mismo habían tenido un gran éxito, lo que le proporciona bastante independencia y el compromiso, tanto de la compañía discográfica como del productor (el poeta José Manuel Caballero Bonald) de no tener que aparecer en televisión ni de dar recitales.

Con este disco, “Rito”, subtitulado “Canciones de vida y muerte”, editado en 1973, inicia la trilogía “Canciones de amor y muerte”, que completaría con los discos “Espuma” (Canciones eróticas) y “Sarcófago” (Canciones de muerte). Es para mi gusto el mejor de todos los discos de Aute, donde coinciden un aluvión de estupendas canciones. Efectivamente, esta es otra apreciación personal y por lo tanto subjetiva, pero no debo estar tan equivocado cuando treinta años después, entre los dos discos que editó bajo el título de “Auterretratos”, en los que hacía nuevas versiones de sus canciones más importantes, volvió a grabar diez de las quince canciones que están en el disco.

Los arreglos del disco y la dirección musical corren a cargo de Carlos Montero (magníficos para mi gusto). De las canciones, ¡qué podemos decir!, entre los títulos de este disco se encuentran varias de las más importantes y conocidas canciones suyas.

El disco comienza con una maravilla titulada “Quiero apurar cada grano de arena”, que personalmente tuve que esperar hasta 1984 para escuchársela cantar por primera vez en un concierto, fue en la presentación del disco “Cuerpo a cuerpo”:

Quiero beberme de un golpe la fuerza
tenue que apenas me sigue empujando
y alimentar olvidadas quimeras,
nubes dormidas, juguetes primarios,
oso de trapo, levántate y peca
desde tu polvo curado de espantos.”

A continuación viene “Rito de agujeros y cipreses”, un título más que sugerente, muy acorde a la temática del disco. Tras esta viene una de sus canciones más conocidas, “Dentro”, con una temática nada común y mucho menos en aquellos tiempos, ya que la canción habla de la masturbación:

Dentro
me quemo por ti,
me vierto sin ti
y nace un muerto.”

Continúa con “Amor” y después “Lecho de amor y de muerte” y a continuación otra de sus canciones más importantes, “De alguna manera”, que ya era una canción muy conocida, ya que había sido grabada anteriormente por Rosa León.

Termina la primera parte del disco (yo sigo pensando todavía en formato “Cara-A” y Cara-B”, que es como he oído este disco la inmensa mayoría de las veces) con “Estúpida manía circular”, que trata del paso del tiempo. Comienza la segunda parte con una dura canción “La mala muerte”:

“Muerte gula eterna, te invito a mi comida
Muerte hambrienta esposa, mi carne esta servida
Muerte boca sucia, devórame bonita
Mala muerte tengas, ¡ay!...
ay muerte de mi vida.”


La siguiente es otra magnífica canción, “Acaso”, una obra de arte con unos arreglos magníficos. La siguiente es “Mientras tanto amando”, una de las canciones del disco que más desapercibidas han pasado a lo largo de estos años y tras ella viene “Cuéntame una tontería”, una canción que produce un escalofrío al oírla, ya que en ella habla sobre la espera de la muerte, de forma distendida, pero por ello te estremece.

A continuación viene una de las canciones más importantes que se han escrito en la historia de la canción de autor en castellano, “Las cuatro y diez”, una mítica canción:

“Fue en ese cine, ¿te acuerdas?,
en una mañana al este de Edén,
James Dean tiraba piedras
a una casa blanca, entonces te besé.”

Como es lógico, tras esta maravilla, las siguientes canciones pasaron algo inadvertidas, como ocurrió con “Hay algo en el aire” y “Nada más que nada”, terminando con una inteligente canción titulada “Epílogo: Autotango del cantautor”, en la que Aute se ríe de si mismo en su faceta como “sesudo cantautor”.

En resumen, una maravilla de disco. Prueba de ello es que lo tengo tres veces, dos en vinilo y una más en CD.

Los títulos ordenados de las canciones son:

1- Quiero apurar cada grano de arena

2- Rito de agujeros y cipreses

3- Dentro

4- Amor

5- Lecho de amor y de muerte

6- De alguna manera

7- Estúpida manía circular

8- La mala muerte

9- Acaso

10- Mientras tanto, amando

11- Cuéntame una tontería

12- Las cuatro y diez

13- Hay algo en el aire

14- Nada más que nada

15- Epílogo: Autotango del cantautor

Por cierto, no creo que haga falta aclararlo, pero por si acaso, Luis Eduardo Aute firma todas las canciones, tanto la letra como la música.

Francisco Espinosa