jueves, 20 de septiembre de 2007

Quique González-Personal




Voy a empezar contando una pequeña historia, que como toda buena historia que se precie tiene visos de ser falsa.

A eso de principios de los años sesenta en USA una nueva generación de cantantes folkies (sí, la de Dylan) irrumpe en el panorama musical del ya por entonces mundo globalizado en que vivimos. Recogiendo el testigo de Pete Seeger o Woody Guthrie además de caracterizarse por poseer inquietudes literarias, revitalizan el folk. Hasta el punto de arrastrar con ellos a los viejos y olvidados bluesmen que ahora, es decir, en los sesenta, son recibidos como maestros con todos los honores (Son House, John Hurt, etc). Por aquel entonces la juventud globalizada anda también enloquecida por el rock’n’roll edulcorado de los grupos beat con mucho ritmo y muchos flequillos, pero poca enjundia en los textos. Seguramente a muchos se les pasaría por la cabeza que el que consiguiera aunar el ritmo y la fuerza del rock con unas letras más elaboradas y menos banales, como las de los singer-songwriters, lograría algo grande.

Posiblemente eso debió pensar Dylan cuando se electrificó, y, eso debieron pensar –afortunadamente- los mismísimos Beatles que desde que empezaron a escuchar al americano empezaron a merecer la pena. Y esto mismo debió de pasar por la cabeza –ya en nuestro país- de Joaquín Sabina cuando cambió el modelo folk Hilario Camacho de su estilo por el de Miguel Ríos (y esto último es conjetura) aunque manteniéndose fiel a sus letras. No obstante, para mí, tanto Dylan como Sabina no dejan de ser unos intrusos en el mundo del rock y creo que ellos lo saben. Por tanto la vacante en el trono de cantauroquero (valga el término) seguía sin tener nombre y apellidos hasta que llegó el bueno de Bruce Springsteen y se hizo con el poder sin problemas de un reino que en realidad no existía. Pues bien, según yo lo veo, en España a día de hoy, es Quique González quién puede reclamar sus derechos reales del auténtico y más genuino cantauroquero patrio.

Tiene Quique, como su compañero y colega Carlos Chaouen, la rara habilidad de escribir de tal modo que parece que no dice nada y al mismo tiempo lo dice todo en una sola canción. Son textos que resultan tenuemente oscuros pero eso forma parte de su encanto, de su misterio. Desde luego donde no hay concesiones es en el aspecto musical: desde la foto de la portada de éste su primer disco en que Quique se deja fotografiar con mi guitarra favorita: una Fender Telecaster, del 78 para ser más precisos, hasta el desfile de instrumentos que engrosan el fondo de armario de cualquier roquero de pro (guitarras acústicas y eléctricas, batería, bajo eléctrico, órganos, piano, armónica, amplificadores guitarreros…). Y para aliñar toda esta ensalada cuenta Quique en este debut con la producción de Carlos Raya, productor y músico roquero y guitarrero curtido en innumerables batallas musicales. Sin embargo, al hablar de este álbum no podemos olvidar que fue de la mano y gracias a la amistad de Quique con Enrique Urquijo (Secretos) como llegó a poder grabarse según tengo entendido. Por cierto que con éste comparte estilo en su modo de cantar así como de otro ilustre personaje de la misma generación de los años ochenta: Antonio Vega.

Canciones:

1.- Personal
2.- A veces se me olvida
3.- No te arrepientas
4.- Conserjes de noche
5.- Cuando éramos reyes
6.- Músico de guardia
7.- Se nos iba la vida
8.- De tanto que lo intenté
9.- Con vistas al mar
10.- El contestador
11.- Fito

Una ópera prima, publicada en 1998, que es, como su propio nombre indica, personal. Muy personal en realidad, porque el protagonista de las canciones suele ser el propio autor; hay excepciones claro, como “Fito” dedicada al músico argentino Fito Páez creo. Pero yo destacaré la canción que más me gusta porque me pone a cien por hora cuando la oigo: “Conserjes de noche”. Un canto arpado y agonal dedicado a la nostalgia de un amor urbano, demasiado urbano, por bromear un poco con Nietzsche…

“Tu siempre estabas dispuesta,
es domingo por la tarde
la suerte es una ramera de primera calidad
y los conserjes de noche
cuidan de los hostales
y todas las camareras que quisieron escuchar.
Es una historia que se escribe en las postales
con la necesidad de madrugar los lunes.”


abuineitor

1 comentario:

Romano dijo...

Muy buena cronica,,,puffff,me lleno el alma de musica,,,

Muchas gracias,,,,

Ojala Quique vuelva a Buenos Aires pronto,,,