miércoles, 21 de noviembre de 2007
Vainica doble-Contracorriente
1. Un mal entendido amor (Respeto y obediencia)
2. El oso poderoso
3. Que no
4. La Rabieta
5. Todo desapareció
6. Eso no lo manda nadie
7. Alas
8. Déjame vivir con alegría
9. Magnificat
El álbum más rockero y al mismo tiempo el más psicodélico de las Vainica Doble es éste editado en 1976 que sigue cronológicamente a Heliotropo, ya comentado en este blog… Tiene, a mí parecer, una de las portadas más bonitas de toda la historia del diseño de discos, de todo el mundo, firmada por el cineasta Iván Zulueta, nada menos. Los ensayos se llevaron a cabo en la casa de Gloria en Altea, preciosa y tranquila localidad levantina, ya que entonces ella vivía allí, con una banda de músicos de su entorno, lo cual le da al disco una unidad de sonido apenas rota por las extrañas y magníficas colaboraciones de –entre otras- Gualberto García, ex-guitarrista de ese estupendo grupo andaluz de los 70 llamado Smash, que adorna con su sitar (sí, además de guitarrista tocó el sitar hasta con Camarón por cierto) un par de temas; por la colaboración de Salvador Domínguez, el veloz guitarrista de grupos duros como Banzai en el tema final, y por, la, para mi, más que misteriosa colaboración de Hilario Camacho en el tema que más me gusta del lp o cd: “Eso no lo manda nadie”.. Vamos, que escuchar la voz de Hilario en esta canción creo que constituye un acto de fe comparable al de escuchar la voz de la cantante folk inglesa Maddy Prior en la canción (por cierto muy cercana en el tiempo a ésta) “Too old to rock’n’roll, too young to die” del grupo inglés Jethro Tull.
El disco fue producido por Gonzalo García Pelayo, conocido tanto por producir discos como por su afición a desbancar casinos; quién se mostró entusiasta al principio con las Vainica, pero que por lo que sé, terminó menos contento tras la experiencia; vamos que acabado el disco como el rosario de la aurora, con malentendidos musicales y ese tipo de cosas que ocurren en los discos, con las cantautoras, los músicos, etc, el que acabó pagando el pato fue el trabajo que fue mezclado en un solo día. Hecho este que no deja de maravillarme porque he escuchado todos los discos de las Vainica y no es éste el peor mezclado ni mucho menos…
Dije antes que en Contracorriente se escucha una unidad de sonido gracias al grupo que las acompaña (responsables de los arreglos también) pero es que también hay en las letras una unidad temática. Nos encontramos, pues, ante un disco conceptual. El argumento central -estamos en 1976- no podía ser otro que el abuso de poder, de autoridad a todos los niveles, incluido el político en forma de dictaduras, el exceso de paternalismo…
Había una vez un oso poderoso
Del bosque era el rey
Todos le adoraban
Le reverenciaban
Y respetaban su ley.
Cortejo de negros grajos le seguía
Por adulación
Y al hacerse viejo
Los del negro cortejo
Diéronle muerte sin compasión.
Hay incluso una recreación (algo surrealista me parece pero que encaja a la perfección en toda la maquinaria sonora pop-psicoexoticodélica, valga la palabra que me acabo de sacar de la manga, del álbum) del diálogo de la película Bambi ¿? con música de fondo que las Vainica habían escrito para otra cosa: la película de Borau “Furtivos” interpretada, por cierto, por un cantautor, Ovidi Montllor.
Tenemos la gran suerte de disponer fácilmente de este disco en cd en una edición en digipack en Dro East West. Ya de paso diré que a ver si se animan a editar –a quién corresponda se lo digo- el Taquicardia o el Carbono 14 que son los únicos discos de estas dos entrañables y mágicas mujeres que no se encuentran. Y tanto sus fans como la música de este país lo necesitamos, y por supuesto ellas lo merecen.
En fin, por terminar con parte de la magia que desprenden sus musicales vuelos, las citaré una vez más, en una citaque sería digna del mismísimo Swedenborg, en este caso en la canción "Alas":
Si las alas de todos los ángeles se pusieran en movimiento
¿A qué velocidad se desplazaría el viento?
Pues eso. Una pasada.
abuineitor
jueves, 1 de noviembre de 2007
Antonio de Pinto-Curriculum
Hay una historia sobre Antonio de Pinto que me encanta. Antonio aprendió a tocar la guitarra ya mayorcete porque se hizo cantautor bastante tarde (con lo que se ahorró de paso toda la etapa de ingenuidad y bisoñez previa por la que pasa todo artista). De hecho, Antonio era aficionado a escuchar música de un tipo bien diferente, a saber, lo que ahora se suele denominar rock sinfónico –en su época lo llamaban progresivo- y ¡oh sorpresa!, lo que conocemos como rock duro en sus más variadas variantes estilísticas. Fue una vez, si me equivoco que me desmienta alguien, en su juventud universitaria, cuando Antonio les dijo a unas compañeras (supongo que aficionadas a la canción de autor) que él era cantautor. Ignoro que cable se le cruzó por la cabeza a nuestro protagonista para lanzar semejante bola, pero el caso es que, para no desmentirse a sí mismo o por creerse su propia mentira o por pique por aquello del “oye, y si de verdad…” o por qué sé yo… Antonio se hizo cantautor. Así es como un capricho del destino hizo que lo que perdió el heavy metal lo acabó ganando el cantautorismo. Y qué bueno, porque estoy persuadido de que Antonio hubiera sido un excelente músico cualquiera fuera el estilo que hubiera elegido (lo único que no consigo imaginármelo con el pelo muy largo…).
Quizás, a causa de todo esto que he narrado, Antonio tiene la gran suerte de haber encontrado un estilo propio tan personal que en cuanto que uno escucha una canción suya ya sabe que se trata tanto de una canción de su autoría como interpretada por él, con su peculiar forma de cantar, una sutil mezcla de sensibilidad, ira e ironía que habitan dentro de una única e irrepetible voz. Es además nuestro cantautor un perfecto artesano de la canción; siempre entregado con mimo a rematar una melodía, una letra, hasta darle el último y definitivo toque maestro.
Canciones:
1.- Curriculum
2.- El invento
3.- Cuando apagas la luz
4.- La vida según...
5.- Nueve minutos y medio
6.- En sol mayor
7.- Ritual
8.- Canción a mi cola
9.- En tu sangre
10.- Cuando llegue el día
11.- Agua de mar
12.- Canción para Pablo
13.- Y quedarme sentado
14.- Qué le pasa a esta canción
El disco que comento, tercero y último por ahora, está grabado y producido (¿por primera vez de productor?) por su amigo Ismael Serrano en su estudio de grabación “Los paraísos desiertos”. Los músicos que intervienen son los habituales en el entorno de Antonio, así es que no faltan ni Marta de la Aldea haciendo sus encantadoras voces ni Antonio Toledo con sus precisas guitarras y demás, porque no solamente toca la guitarra de órdago, si no que se atreve hasta con instrumentos exóticos como el bouzuki.
Destaco varias canciones como “El invento”o la genial “La vida según...” que nació, como el propio autor cuenta en sus conciertos, de un mensaje que recibió de correo electrónico; en la letra explica como podría ser la vida si empezaramos al revés –es decir- nacieramos viejos y fueramos rejuveneciendo paulatinamente. Sin embargo mi preferida es “Cuando apagas la luz” porque creo que se trata de un dulce manjar en donde la música y la letra se perfeccionan una a la otra, con un estribillo que me sabe a pura delicatessen:
¿Por qué no apagas la luz?
Que me falta el aire
Me faltan algunas cosas
Que tienes, ya ves
Me faltas del sueño
Quiero que vuelvas
Tal como te imaginé
Me faltas del día
A veces dudo, pruebo a tocarte
Y solamente sé que eres tu
Cuando apagas la luz.
El disco incluye un extra: un video grabado en el local de conciertos La Mala de su mítica canción “Espantando palomas” tema éste que apareció en aquel no menos mítico disco titulado “Cantautores: la nueva generación” hoy inencontrable, en donde aparecían muchos de los cantautores que posteriormente hicieron carrera y hoy son muy populares.
En fin, un cantautor sensible, curtido ya en muchas noches de trova, y sólido como una casa cimentada sobre una roca; muy conocido en el circuito madrileño y que quien no tenga todavía el placer de conocer, que lo haga porque de verdad que es de los que dejan con la boca abierta después de un concierto. Antonio vive en el barrio de Lavapiés, no digo más, será por eso que su música suena a todas las músicas y al mismo tiempo tan genuina y castiza, tan nuestra.
abuineitor
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