jueves, 27 de diciembre de 2007

Raúl Alcover-El signo del viento





El disco del que hablaré, "El signo del Viento", no es el último trabajo de Raúl Alcover, ya que ha publicado recientemente un cd titulado "El Musicante". Según dice el propio autor en una entrevista, este nombre responde a una especie de juego de palabras; la idea se la dió una niña pequeña, es una forma infantil, pero llena de razón, de describir a un músico y cantante a la vez.

Raúl Alcover es un artista granadino; un cantautor muy peculiar. Sus comienzos están relacionados con en el movimiento "Manifiesto Canción del Sur", donde coincidió con Carlos Cano, Antonio Mata, Esteban Valdivieso y otros, pero su evolución fue muy distinta.


"El signo del Viento" fue publicado en el año 2002 por Alía Discos, y producido por el propio autor. Cuenta con la colaboración de Miguel Ríos, Antonio Canales, Chano Domínguez, Rubem Dantas, Jorge Pardo, Chonchi Heredia y Marina Heredia. Una combinación muy original, tanto como el contenido del disco.

Las canciones han sido compuestas y arregladas por Raúl Alcover prácticamente en su totalidad. Este trabajo es un muestrario de su particular manera de componer, es un cantautor que lleva implícito el sello andaluz. No es posible abstraerse a su acento y a su manera de expresarse, tanto con respecto a las letras, con expresiones y actitudes muy propias de nuestra tierra, como en la música, en la que mezcla o fusiona, con frecuencia, sonidos jazzísticos y flamencos.


Por un lado quiero destacar una canción que para mí es muy representativa de la manera general de ver las cosas de los que somos del sur, "Pa coger imán", una manera de atraer la buena suerte, de deshacernos de los malos augurios, de reirnos de todo, incluso de nosotros mismos; una letra muy acertada y una música que hace redonda esta canción:


"Derramó la sal,
Pasó debajo de una escalera
Vió un gato negro cruzar la carretera
Rompió el espejo, llegó un eclipse…
Y no le pasó ná…
Cuando hay luna llena
Simplemente hay más luz..
Escrito en una estrella
tu nombre brillará
lo que ha de suceder
no dudes que sucederá
de cualquier manera.
Se vistió de sol y el sol
que salga por donde quiera.."


También me gusta especialmente "Pas oublié", una curiosidad, el estribillo en francés con acento andaluz. Pero quizás las canciones estrellas de este disco son "Camarón" y "Boca Loca".

"Camarón" es un homenaje al más grande de los cantaores flamencos, un tema muy conseguido, una preciosidad, un viaje entre la luz de la Bahía de Cádiz y la de Graná, con el piano de Chano Domínguez: "Cántame por bulerías/ata bien mi corazón/llévame en tu fantasía/ como a ti te llevo yo….que cantas mejor cada día".


Y fundamentalmente, creo que la pieza clave es "Boca Loca", una canción en la que lo acompaña Miguel Ríos, y que siempre que la oigo me parece la banda sonora perfecta para una buena película. Es una gran canción que merece ser escuchada con detenimiento y yo desde aquí la recomiendo, como recomiendo el disco en su conjunto, que aún se puede encontrar en algunas tiendas por internet. No sería extraño que una canción de Raúl Alcover pusiera música a un film, ya que este artista estuvo nominado en 1987 a un premio Goya con la banda sonora de la película "Los Invitados", basada en una novela de Alfonso Grosso.


Canciones del disco:

Qué puedo decir
Pa coger imán
Pas oublié
Boca loca
Cosita más sensible
Dame besos
Camarón
Océano de sueños
Antes éramos dos
Sandra a lo lejos
Corazonada
El grillo
El viento no se calla




María Gracia Correa

jueves, 6 de diciembre de 2007

Jose Luis Abel-De pasión












1.- Canción sucia
2.- Peregrinos
3.- Danza macabra
4.- Días felices
5.- Canción de medianoche
6.- Al acecho
7.- Duele tanto esta noche!...
8.- A sangre y fuego
9.- La iluminación

Siento una gran afinidad con el trabajo de este músico y su personalidad; quizás porque compartimos idéntico eclecticismo y similar gusto por las excentricidades. Es decir, ambos somos aficionados a tipos raros del estilo de Nietzsche, Rimbaud, Jim Morrison, o a los mastodónticos Led Zeppelin, con todo lo que esto puede tener al mismo tiempo de contradictorio con el cariño por la música incuestionablemente pop o con, por ejemplo, veleidades electrónicas, etc.

José Luis Abel era la cara más visible de un grupo de la nueva ola ochentera que se hacían llamar Alphaville. Y como siempre pasa en España, eran tan interesantes que no interesaron a casi nadie. Se me ocurren otros nombres de entonces con parecida suerte: Esclarecidos (con la siempre elegante voz de Cristina Lliso), Orquesta de las nubes, Os Resentidos (con Antón Reixa y músicos de Siniestro Total)... Alphaville tuvieron varias grabaciones curiosas de las cuales yo me quedo con la canción “La escalera” de letra primorosamente angustiosa y onírica, y guitarras inquietantes y siniestras.

Bien, pues tras la disolución del grupo y acabadas las alharacas de la movida, este personalísimo autor ha venido haciendo un poco de todo que yo sepa. De periodista musical, actor, músico electrónico... y hasta consiguió grabar -ya como un proyecto en solitario- en 1991 el disco del que hago el comentario con la compañía Virgin. Por supuesto este disco resulta inencontrable y hay que acudir a las descargas compartidas de internet para poder bajárselo y escucharlo. Lo que suena en esta propuesta son canciones de corte pop con algún que otro sonido guitarrero de rock o algún exotismo tipo sitar (o un instrumento que lo emula) y unas letras cuidadas y abundantes en suculencias poéticas y filosóficas.

En el disco colabora Eduardo Pinilla, guitarrista de grupos de rock tan míticos como Coz o los imperecederos Burning, aportando solos enérgicos y contundentes, como era de esperar, en varios temas: un excelente tono de blues, por ejemplo, en el corte 4, “Días felices” e impecable su pulso rockero en “Al acecho”. Por cierto que la letra dice cosas como éstas:

“Pongo un beso
en el punto más sensible de tu cuello,
para debilitar
tu resistencia...
que, entre risas, y faltándote el resuello,
me temo que no ha de durar.

¿Es que no lo ves? Te obligaré a naufragar,
antes o después, en las tinieblas de mi azar.”

Lo que a mi juicio, y pese a su aparente sencillez, nos indica perfectamente cual es la diferencia entre quién sabe escribir y quién no. Esto es, la fluidez, esa cualidad de la que siempre andan sobrados los genios. La marca de fábrica de los -y las- bendecidos por Erato.

abuineitor